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«Y pondrán esposas a las flores de Fernando Arrabal»: las bambalinas del éxito de una obra excepcional

«El teatro de la España oficial siempre le ha dado la espalda pero Fernando Arrabal puede respirar tranquilo: su obra sigue estando en buenas manos. La de todos aquellos que portan sus libros para representarla y la de los públicos que aplauden y llenan las salas de España y de este nuevo mundo interconectado y global cuando así sucede»

FEDERICO UTRERA. «Y pondrán esposas a las flores» de Fernando Arrabal se reestrenó este viernes 17 de mayo (2024) en la Sala Mirador de Madrid, junto a la Escuela de Teatro de Cristina Rota, por donde pasaron los actores Penélope Cruz o Ernesto Alterio cuando eran jóvenes. «Teléfono Rojo Producciones», compuesta por 6 adolescentes creadores, se arriesgaron a alzar el telón. Se vio al hispanista lorquiano Ian Gibson sacar entrada para otro día, dado el «llenazo» apoteósico. Y al igual que desde tiempos inmemoriales hace el teatro, la «claqué» ocupaba la sala. Jóvenes de belleza y edad arrogante, avisados de las entrañas de esta obra, dialogaban con el espectador desde la misma entrada. Los actores intentaban hacerles creer desde el pasillo de acceso, con más complicidad que convicción, que se adentraban en realidad en una prisión. No importó la fallida impostura. Los espectadores cumplieron su función, aplaudieron a rabiar y cuando algunos pocos de los más viejos salieron, ellos esperaron para intervenir en la última parte, ya echado el telón. El guión marca que comenzaba una simulación de escenas de tortura donde ellos eran protagonistas como víctimas o verdugos, según eligiesen. 

«Todos los actores y actrices prometen, estamos ante la mejor cantera del audiovisual español»

Fueron 105 minutos (1 hora y tres cuartos) a los que quizás sobrasen 30, lo que hizo que los «veteranos de guerra» huyeran algo acalorados con el pitido final. Ya el propio Arrabal cambiaba el «The End» cuando la dirigía él mismo y quizás también la acortase. Y eso que el contexto tampoco ayudaba: ese calor infernal en la sala y una audición sin micrófonos a veces atolondrada y sin pausas… También los estragos de la comodidad de Netflix, que permiten optar por una audición con el «español de América» o el «español de España» (europeo), hacen que el meloso acento del joven actor argentino protagonista (en radio, por ejemplo, se usa un registro neutro) suene tan extraño como la voz en off de otra actriz española que se equivocaba y trabucaba quizás demasiado… No son pocos errores pero tampoco muchos porque todos los actores y actrices, sin embargo, prometen, estamos ante la mejor cantera del audiovisual español. Y lo relevante es que al mayoritario público de jóvenes todo esto en realidad les importa una higa: la interpretación del transgresor y original libreto arrabaliano les entusiasma. Lo políticamente correcto y el analfabetismo generalizado ha acabado con la digresión en el teatro de vanguardia, por eso hay que acudir a los clásicos nonagenarios u centenarios (Topor, Ionesco, Arrabal...) para ver y creer en el teatro. Y este reestreno se convierte así en un hecho casi histórico acaecido en el madrileño barrio de Lavapiés del siglo XXI, muy cerca del Museo Reina Sofía de Arte Contemporáneo.

«A sus 91 años, las obras de Arrabal siguen conmoviendo los 34 sentidos del ser humano»

Antes que nada me presento: soy editor y admirador de Fernando Arrabal, con cuya amistad me obsequia desde que me permitió tutearle –algo que no acepto del todo– e incluso versionarle en una obra de teatro nunca representada con su querido Michel Houellebecq como protagonistas. Por eso sigo sus interpretaciones en España desde hace una década: «Pic Nic» y «Fando y Lis» las más reiteradas, pero también «El arquitecto y el Emperador de Asiria», «El triciclo», «El cementerio de automóviles«… o incluso la ópera «Faustbal«. Ya mis recuerdos se entremezclan con las tablas, lecturas y vivencias pero ahora más vivos que nunca con estas «Esposas» me confirman algo que ya se intuía de joven: a sus 91 años, las obras de Arrabal siguen conmoviendo los 33 sentidos del ser humano. Y es que si el «Sexto sentido» de Bruce Willis ya ha sido superado por la Neurociencia tan en boga, que el «brujo» Dr. Greger ha ampliado, Arrabal sigue atizando las entrañas, despertando el asombro y agitando la insolencia, pero sin perder nunca el buen gusto y la sutileza, aún traspasando intencionadamente la tan extendida hipócrita moralidad del burgo. Más allá de las historias que cada pieza cuenta, a mi quizás extraviado juicio sobresale su velada lectura biográfica: la cárcel, que padeció su padre y él mismo circunstancialmente a pesar de sus inocentes oficios de pintor y escritor, los adentros de su familia de militares con sus lógicas guerras y calabozos, las luchas intestinas y fraticidas que a menudo degeneran (afortunadamente) en un mestizaje de comicidad y horror…

La obra ha sido estrenada en medio mundo, desde París a Nueva York, Bélgica a Estocolmo

«Esposas«, estrenada en medio mundo, desde París a Nueva York, de Bélgica a Estocolmo, no es solo una continuación del teatro de Artaud, como han querido ver quizás algo apresuradamente los críticos norteamericanos. Es algo más. Sin duda la certificación de que Fernando Arrabal, si es que había alguna duda, es nuestro mejor dramaturgo contemporáneo a pesar de su exilio cultural en Francia, como Ramón Gómez de la Serna lo fue en Argentina y ojalá Federico García Lorca, a cuyo verso que he sido incapaz de encontrar le debe la obra el título, lo hubiera sido en América, con Juan Ramón Jiménez y Luis Cernuda. Que se le hurte el Premio Cervantes, tanto por las izquierdas como por las derechas, y el Premio Nóbel, tanto por las monarquías como por las repúblicas, no hace sino elevar a Arrabal aún más a los altares de esa santidad civil de la que tanto hablaba Manuel Azaña.

Solo 3 funciones de esta rara obra de teatro: todas las entradas agotadas

Quizás por eso, aunque no dispongan de un «Teléfono Rojo«, no hace falta llamar de inmediato a la Sala Mirador o buscar en internet para no perderse las únicas 3 funciones que se hacen de esta rara obra de teatro: todas las entradas están agotadas. Aunque muchos no lo crean, representar a Fernando Arrabal en España solo es posible gracias a un gesto atrevido de jóvenes titiriteros y alternativos que, a pesar de su inexperiencias y primeras ignorancias, que diría Cervantes, nos brindan esta oportunidad única. El teatro de la España oficial siempre le ha dado la espalda pero puede usted respirar tranquilo, Don Fernando: su obra sigue estando en buenas manos. La de todos aquellos que portan sus libros para representarla y la de los públicos que aplauden y llenan las salas de España y de este nuevo mundo interconectado y global cuando así sucede. 


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